INSTITUTO CULTURAL DE LEÓN

La pedagogía y el arte de enseñar arte

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Soy un artista y nada más que un artista. Esto no significa que a veces caiga en temas y zonas a los que no pertenezco. Es algo que hago a cada rato y siempre ofrezco opiniones sobre cosas en las cuales soy un ignorante total. - Luis Camnitzer

La guerra o la paz, la noche o el día. Imposible pensar que existan ambos al mismo tiempo. Estamos de un lado o del otro, parece que nos resulta complicado aceptar los matices: Dios o el diablo, América o Chivas, Beatles o Rolling Stones, educación o arte.

En temas de enseñanza no es muy distinto, hay quienes consideran que solo hay una manera de educar, “la letra con sangre entra”, y un solo tipo de educación: la educación formal. Desde ésta, se considera que la educación artística es un componente no prioritario y se le asigna al arte un fin instrumental, y en el mejor de los casos, un fin asistencial cuya utilidad se relega a fechas conmemorativas o al uso del tiempo libre. Desde la ceguera institucional se cree que el arte no responde a fines educativos trascendentales y por tanto el perfil de los docentes no requiere una formación especializada, ni la aplicación de las herramientas pedagógicas.

Pedagogía del arte

La pedagogía del arte es un asunto al que no se le ha otorgado la importancia que merece. Esto es probablemente resultado de esa línea divisoria que separa al arte y a la educación, sin embargo esa línea debe desaparecer. La formación de alumnos en el arte requiere una metodología bien estructurada, una planeación basada en los contextos y condiciones de los alumnos, y requiere además de perfiles adecuados de quienes imparten contenidos. No todo artista puede enseñar.

El artista busca senderos para comunicarse, es un explorador. El educador debe hacer lo mismo, debe implementar estrategias para transmitir los lenguajes artísticos y adecuar las formas de enseñanza a las virtudes de cada disciplina. El artista que enseña debe desprenderse de su condición y adoptar el silencioso papel del alfarero. Debe permitir que el lenguaje artístico fluya a través de él para llegar a otros y convertirse en el alambre de cobre que permitirá el paso de la electricidad y nos hará descubrir de una vez y para siempre, la fuerza de la palabra, el palpitar de la música o la magia del teatro. 

 “Una hoja cae, algo pasa volando”

La idea de tener que escribir un poema, de leerlo a la clase en voz alta o de memorizar el Poema a la madre para recitarlo en medio del patio, es algo que casi nadie quiere experimentar y probablemente fue una de las lecciones menos agradables de la infancia. Enfrentarse a la literatura con los métodos tradicionales de la educación suele ser traumático y puede resultar tan aburrido y desagradable para algunas personas, que nunca volverán a leer un libro. Con ese panorama y en un país en que, de acuerdo con el INEGI, el número de lectores se reduce año con año, la enseñanza de la literatura implica una serie de retos que sería imposible superar sin los recursos de la pedagogía. 

Para enseñar una disciplina nada espectacular como la literatura y transmitir los matices de la palabra, es fundamental realizar un ejercicio de memoria y recordar los primeros hallazgos, las motivaciones y las primeras reacciones del cuerpo al expresarse con el lenguaje. Esto lo sé ahora, después de haberme parado frente a un grupo de reclusos y tratar de impresionarlos con mi recitación de Piedra de sol, de Paz. Hasta entonces desconocía el tamaño de mi ignorancia y los niveles de torpeza al hablar en público que era capaz de alcanzar. Tras varias visitas a los talleres educativos del CERESO de León, mi ‘autoestima de escritor’ estaba por los suelos; entonces, sin nada que perder, me dediqué a jugar. Gangsta Paradise se convirtió en mi libro de texto, de ahí pasamos a desmenuzar las letras de Control machete, la Sonora Santanera y los Tigres del Norte.

- ¿Eso también es poesía?- preguntaron.
- ¿Qué sientes cuando escuchas esa canción? – respondí.
- Me vuelvo un toro, se me pone la piel chinita, así como la piel de gallina.
- Entonces, sí es poesía.

La pedagogía moderna da paso al aprendizaje a través de la experiencia, la enseñanza de literatura también. Si quien enseña poesía no es capaz de conectar con las memorias y vivencias del alumno a través del texto, éste perderá el interés y se alejará creyendo que la poesía habla un lenguaje desconocido, difícil o inentendible. No es que a la gente no le guste leer, es que no ha encontrado un libro que le atrape, ni un profesor que identifique los libros capaces de atraparle. No todo artista puede enseñar, pero todo buen maestro es un artista. 

Este texto se publicó originalmente en la Revista Cultural Alternativas 122: bit.ly/Alternativas122

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El arte es crisis: Carta a un amigo en tiempos de pandemia

Carta a un amigo en tiempos de pandemiaQuerido Daniel:Me quedé reflexionando sobre lo que dijiste en la última carta. Yo entiendo el arte como la manifestación simbólica de la conciencia de ser y estar en el mundo, por ejemplo: Los caprichos de Goya no sólo son un registro histórico, dan cuenta de la dimensión humana atemporal; Efraín Huerta en Poemas prohibidos y de amor dice: Y dominaronPues con el alba toda,con el torno, el tractor y las espigas,el trabajo tenía un fresco sentimiento de triunfo.Y triunfaron.Del Báltico al Pacífico, un rumor,una llama, una virtud nacía;y hubo estatuas y ejércitos.Y hubo también un hombre(ningún hombre en el mundo trabaja más que él),un hombre de ardoroso metal,un hombre de sobrehumana calidad, un soviético: Stalin.En otro poema del mismo Efraín leemos:ved a este niño: madrileñocinco años, el cuerpo destrozado;tiene sonrisa de ave, tiene ojos de miseria. Evidentemente, el valor estético del primer párrafo rebasa su germen y el desacierto ideológico queda en segundo plano. Lo importante es que tanto Stalin como el niño son representaciones simbólicas de las posibilidades de la existencia humana. Pensaba además en la porosidad de los conceptos, ayer leía en Muerte sin fin:lleno de mí-ahíto-me descubro en la imagen atónita del agua.Sin ser una metáfora, hay una extrañeza que se sustenta en la apertura del concepto, es otra forma de decir: me veo reflejado en una superficie; al captar el tipo de relación que hay entre dos fenómenos podemos cambiar el contexto y renovar el lenguaje. En ese mismo poema Gorostiza dice:Y un reposo gentil de muerte niña, sonriente, que desflora un más allá de pájaros en desbandada.Esa imagen me lleva a la frase La risa sale revoloteando de él como una nube multicolor (Así habló Zaratustra). En ambas hay originalidad y además semejanza. Según yo entendí con Wittgenstein que aunque nada nuevo hay bajo el sol, nos queda la relación, y el ensanchamiento del mundo se debe al surgimiento y destrucción de relaciones que sólo pueden nacer y morir cobrando conciencia de que esto que tengo ante mí, acaso, pueda ser de otro modo por una relación distinta, abriendo así nuevas categorías con los mismos referentes. Entonces, si no son las cosas, sino la relación entre ellas lo que introduce la novedad, el artista, en un darse cuenta, irrumpe en la continuidad y elige otro modo de relación, a partir de ahí separa, juzga y decide qué hacer con esto que por ahora es así; en eso radica la creación. Andaba yo en estos piensos y decía, entonces el arte es, en esencia, crisis. Porque si crisis se deriva del griego krísis “decisión”, “juicio”, “discernimiento” y se emparenta con Krino “juzgar”, “reflexionar”, el arte es crisis. Más tarde encontré una conferencia del historiador chileno Roberto Soto que reafirmó mis intuiciones al respecto, dice “No se puede estar en crisis sin crítica, por lo tanto, la crisis es un proceso espiritual y no la descripción de un acontecimiento externo como un terremoto, que puede ser un gran desastre pero no necesariamente llevar al hombre a una crisis, la crisis es un proceso de revisión”. Pensé entonces ¿Y acaso no es ésta la esencia del arte? Espero tu amable respuesta y espero en Dios que este estado de cosas nos ponga en crisis.                                                                                                                Flor BoscoNota: Estas son las dos ideas principales en la reflexión. “Yo entiendo el arte comola manifestación simbólicade la conciencia de sery estar en el mundo.”“el artista, en un darse cuenta, irrumpe en la continuidad y elige otro modo de relación, a partir de ahí separa, juzga ydecide qué hacer con esto que por ahora es así; en eso radica la creación.” Flor Bosco (León, Gto., 1970). Licenciada en Comunicación por la Universidad Iberoamericana. Artista visual, ensambladora de objetos y palabras, cuenta con más de 50 exposiciones entre individuales y colectivas. Su obra ha sido expuesta en varios recintos oficiales del país. En el año 2000 funda el taller Mundo Quimérico. Desde 2010 ha escrito cuentos y poemas como soporte para su obra plástica. Ha publicado los libros de artista: “4 haikús, de la serie Desde el exilio” (2017) “Tipos de moscas” (2018) “Saben mi nombre” (2019) “Postergar la apostasía” (2020) con la editorial Navegante/Arte múltiple. Ha publicado serie corta de poemas en la revista bilingüe La Presa, Embajadoras Press, Ontario, Canadá y en Tres Pies al gato revista digital, 2018, 2019 y 2020.Este texto se publicó originalmente en la Revista Cultural Alternativas 122: bit.ly/Alternativas122

Construcción de diálogos para el bienestar social

La crisis en que se encuentra el mundo ha permitido al ser humano realizar un sin número de reflexiones sobre prácticamente todo; sus problemáticas por supuesto tienen un papel fundamental, dar una vista hacia atrás y encontrarse con tantas fracturas genera un importante cuestionamiento: ¿queremos volver a la ‘normalidad’ en que vivíamos?Ignacio Plá, actor, dramaturgo, programador y gestor cultural uruguayo, toma esta interrogante para abordar el tema de la reconstrucción social, preguntándose hacia dónde va esta recomposición; si, después de la pandemia, la ‘nueva normalidad’ traerá consigo nuevas herramientas que permitan trabajar con comunidades en tantas cosas fragmentadas desde mucho tiempo atrás, como la precariedad, la desigualdad, la falta de unión y el trabajo entre los grupos.“Una de las cosas que definen a una comunidad es justamente el sentido o los territorios de sentido, que es lo que une específicamente a una comunidad, lo que los reúne y los hace caminar hacia adelante. Cuando el tejido social está descompuesto, parte de lo que está destruido es esta idea de caminar juntos hacia un fin común, de la construcción de un bien común.No se trata nada más de regresar, buscar y acercarnos para estar como estábamos, sino justamente hacerlo para estar en otro lugar”, asegura el también etnólogo, quien ha dedicado sus últimos años de práctica artística y profesional a la creación e investigación escénica, la enseñanza de las artes y el trabajo con comunidades en nuestro país. Plá destaca, ante esta pandemia, un momento de pausa para escuchar y recuperar la gran sabiduría que existe en el pueblo mexicano.“¿Cómo ha sobrevivido tal cantidad de población?, pues a través de la organización comunitaria, de encontrar formas de ayuda mutua, del saber; y en este sentido al arte es muy dúctil y significativo, es observar y acercarse a estas inteligencias comunitarias, a estas capacidades de organización para solucionar y solventar las distintas dificultades, solo con ese trabajo es como todo puede cobrar otro tipo de sentido”.La importancia del arte, en este caso, es aquella mirada del mundo que parte de lo sensorial, lo emocional, lo afectivo y estético de la humanidad; un trabajo directo persona a persona. Es fundamental entonces no pensar en el arte como la producción artística de obra (una puesta en escena, una pieza musical, etcétera) sino como un camino para pensar e imaginar nuevas formas de relación social.“El arte puede abordar una misma problemática desde muchas perspectivas. Generar un tipo de arte es lo que nos permite aproximarnos, conmover y movernos con el otro hacia un lugar diferente, es decir, si yo logro acercarme a ti y moverte, provocarte y envolverte en todas tus emociones, ya sucedió algo porque al final el arte, lo que busca cada vez más, es en generar experiencias transformadoras”.Para lograrlo es importante que el artista cuente con las herramientas necesarias para analizar la dinámica social y los conflictos que puedan estar sucediendo en un contexto determinado, para abordarlos y confrontarlos. Si bien el artista no tiene la solución, sí puede acercar diversos instrumentos que permitan a las personas o comunidades ver las cosas con diferente perspectiva y, a partir de ahí, encontrar otros caminos para moverse juntos y encontrar soluciones.Aún con ello, asegura Plá, es riesgoso pensar que el arte puede solucionar todo. Es cierto que mientras más interdisciplinario se sea, se podrá abordar un mayor número de problemáticas a través de distintos lenguajes artísticos y métodos, como por ejemplo el de abordar temas de manera directa y de frente, como sucede muchas veces con el teatro; por otro lado, algunas artes visuales contemporáneas utilizan la pedagogía en la generación de dispositivos que sirvan de pretexto para dialogar.“Una parte sustancial para todo tipo de proceso de reconstrucción del tejido social es la forma en que construyas diálogos; por eso hay todo un cambio en el arte contemporáneo que tiene que ver con apostarle no al resultado sino al proceso, que es justo el trabajo de diálogo, de encontrar las problemáticas, de ir nombrando las situaciones y de ahí producir obra. El arte puede ayudarte a encontrar las preguntas importantes que hay que hacerse para cambiar las cosas”.Ejemplo de esto es la Unidad de Vinculación Artística (UVA) del CCU Tlatelolco, UNAM, fundada en 2010 por Ignacio Plá, una escuela de artes que trabaja con un planteamiento diferente. Su propuesta, integrada por la práctica artística, la interdisciplina y la vinculación comunitaria, permitió permear en la participación colectiva a través de la recuperación de la memoria del barrio y en la creación de proyectos en beneficio de sus integrantes.La escucha, el trabajo persona a persona, la identificación de problemáticas y el conocimiento de su historia, generaron dinámicas de reconstrucción del tejido integrando a toda su estructura social. Se trabajó también en temas como la drogadicción, la violencia y la falta de acceso a la educación artística. UVA se convirtió en un espacio con historias de formación, creación, vinculación y transformación que derivaron en procesos de beneficio comunitario. El éxito, manifiesta Plá, está en vivir el proceso, aprender de los errores y tener la capacidad de avanzar y crear.“Si tú generas procesos de creación colectiva y coparticipativa son espacios formativos en sí mismos, estás impulsando la imaginación y la inteligencia social en muchos sentidos; y esta capacidad de decir «creamos esto juntos» también creo que permite reconstruir el tejido en sentido de dar poder, pero un poder visto como la capacidad de cambiar tu entorno y tu realidad, y eso sí te lo da de una manera muy directa el arte”.Conoce más del trabajo de Ignacio Plá a través del V Congreso de Educación Artística para el Desarrollo Humano organizado por el Instituto Cultural de León, a desarrollarse del 26 al 28 de noviembre; con la conferencia magistral Sinfonía de los Tiempos: gramáticas artísticas y comunitarias en emergencia, analizando el papel y los retos de la praxis artística en el desarrollo de procesos de vinculación, colaboración, creación y transformación con distintas comunidades y proyectos de base social comunitaria. Consulta más a través de www.congresodeeducacionartistica.comEste texto se publicó originalmente en la Revista Cultural Alternativas 122: bit.ly/Alternativas122

El mundo a través del psicodrama

“La vida siempre es un teatro (...) es una sucesión de escenas y de ficciones. Todos componemos ficciones para estar vivos”. Daniel TarnovskyEs sábado por la tarde, la pantalla se enciende y del otro lado aparece la figura de Daniel Tarnovsky, un hombre vastamente letrado pero sencillo, quien comienza a hablar con cierta familiaridad y dispuesto a contar todo sobre el porqué el teatro y la psicología van más entrelazados de lo que se podría pensar y cómo su injerencia conjunta en la vida diaria es prácticamente inherente. Originario de Buenos Aires, Argentina, Daniel Tarnovsky es médico psiquiatra, psicoanalista, psicoterapeuta, docente universitario y analista institucional; pero además de todo ello sobresale su pasión por el teatro y el psicodrama, temas que lo han llevado a dar cursos desde hace casi 30 años en: psicodrama y grupos; psicodrama y arte; psicodrama y teatro; psicodrama y pedagogía, y psicodrama y clínica; así como ser especialista en coordinación de grupos.Definido por él, el psicodrama es “una manera de vincular el universo de la psicología con el universo escénico/teatral. El psicodrama tiene muchas vertientes pero yo, particularmente, hago un tipo de psicodrama muy cercano a la creación artística, a la creación estética y a la puesta escénica.El psicodrama nace en mí como una inquietud de vincular las cuestiones de la clínica psicológica con las cuestiones artísticas y hay varias dimensiones o varias aplicaciones del psicodrama que son tanto en el campo de la terapia clínica como en el campo de la enseñanza o como un instrumento para intervenir en grupos para desplegar la sensibilidad, la creatividad, la posibilidad de abrir la cabeza, el corazón, el alma a universos sensibles y desplegar la imaginación, tan olvidada en estos tiempos y tan necesaria hoy en día (...) implica la involucración del cuerpo en los juegos teatrales, juegos corporales, en lo que llamamos la primera etapa de una práctica psicodramática”.En entrevista para Alternativas, el también actor platica que su primer acercamiento con el teatro fue cuando cursaba sus estudios de Medicina; al graduarse decidió especializarse en psicología y psiquiatría, pero fueron varios contactos y al menos un profesor los que poco a poco lo llevaron a interesarse en mezclar sus especialidades con el arte y el teatro, lo que actualmente denomina como el amplio horizonte del campo escénico.  Para dar más detalles sobre el psicodrama y cómo resulta benéfica y resolutiva a las problemáticas que viven las comunidades, rememora el trabajo de uno de los iniciadores de la disciplina, el rumano Jacob Levy-Moreno.Cuenta que cuando Levy-Moreno llegó a Nueva York, entre las décadas de los 70 y 80, comenzó a implementar un ejercicio en las comunidades de la ciudad.“Uno de sus primeros inventos eran las intervenciones en la comunidad, las llamaba socio dramas. Él iba a una comunidad por la mañana y preguntaba (a los habitantes) «¿cuál es un problema que tienen y deben solucionar?», «bueno, un problema es que no tenemos agua corriente», suponte. Entonces Moreno les decía, «bueno, vamos a hacer una cosa, preparen un guión teatral con personajes y yo voy a volver dentro de seis horas y lo vamos a poner en escena». Él volvía a las seis horas y ponían esa problemática en escena. Eso creaba una potencia inusitada para expresar la problemática y empoderaba a los participantes, les otorgaba una nueva potencia, una nueva capacidad de acción y una posibilidad de concretar esa demanda, o por lo menos de reclamarla desde otro lugar”.Para Tarnovsky es esencial buscar y trabajar en los sectores sociales, y hacerlo a través de las disciplinas artísticas. En el caso del teatro, reconoce que éste es una herramienta que permite al ser humano conocerse, reconocerse y actuar. “En psicodrama yo trabajo un concepto y una ejercitación concreta que se llama heterosmos, heterosmos son otros personajes de uno mismo. Todos estamos habitados por muchos personajes, de ahí también el contexto para que sirva el psicodrama, para dejarnos habitar por múltiples personajes.En el psicodrama habitamos, descubrimos otros personajes de nosotros mismos; por ejemplo, todos podemos tener un personaje que es el miedoso, todos podemos tener un personaje que es el iracundo o todos podemos tener un personaje que es el vergonzoso, todos podemos tener un personaje que es el despótico, todos podemos tener un personaje que es el melancólico o el entusiasta y así sucesivamente; inclusive podemos darles nombres a esos personajes”, refiere. De ahí la importancia o injerencia que tiene el teatro en la psique: “Puede aliviar en la medida en que esa persona afirme y despliegue las potencias vitales para enfrentar los dolores, las tristezas, los dramas y las heridas de la existencia”.En torno a la situación que enfrenta actualmente el ambiente teatral, acepta que las pantallas se han convertido en aliados para continuar con las actividades escénicas y que llegaron para quedarse, pero señala, enfrentan a la búsqueda de nuevos lenguajes y no suplen eso que él denomina como universo mágico, sensible y misterioso de fantasmagorías, imaginerías entre público y artistas. “El hecho teatral para mí sigue siendo el encuentro escenario y artista/escenario-público, sin esa pasión compartida me parece que perdemos una intensidad imprescindible para el hecho teatral”, señala. Finalmente, y como buen amante del teatro, menciona que esta disciplina artística está presente en todo momento de la vida misma, ya que “ (En) la vida, el secreto es lograr pasar de lo siniestro, de la tragedia a la comedia, o sea donde la pulsión de muerte no domina, como en la tragedia. En la comedia los personajes circulan en una trama. La tragedia siempre termina en la muerte, en la comedia hay un devenir de la vida y ahí pasar a lo lúdico, tenemos una noción básica del psicodrama que es de lo siniestro a lo lúdico; tener la posibilidad de pasar de lo trágico y en este momento particularmente con un horizonte global tan oscuro, necesitamos instalar muchas nuevas escenas, muchos nuevos escenarios, muchos nuevos ámbitos comunitarios de encuentro y de juego y de reflexión para poder respirar de otra manera”.Daniel Tarnovsky estará presente en el V Congreso de Educación Artística para el Desarrollo Humano (CEADEH), donde ofrecerá una conferencia magistral y una serie de talleres. Sigue las redes sociales y página del Instituto Cultural de León: institutoculturaldeleon.org.mx, para más detalles de la charla. Este texto se publicó originalmente en la Revista Cultural Alternativas 122: bit.ly/Alternativas122